30 de marzo de 2011

Docencia e independencia política de los gremios. En respuesta a una nota publicada por el Secretario General de Conadu

La siguiente nota fue presentada al diario Tiempo Argentino, con pedido de publicación, en respuesta a la columna de opinión de Carlos De Feo, publicada el 29 de marzo Ayer (29/09), en Tiempo Argentino, el Secretario General de la CONADU, Carlos De Feo, escribió una columna de opinión que se publica en el marco de la negociación salarial de los docentes universitarios con el Gobierno “aunque todavía no se alcanzó un acuerdo”. No interviene públicamente para señalar, al menos, por qué todavía no se cerró tal acuerdo: es decir, para subrayar cuáles son los reclamos salariales a los que el Gobierno todavía no da respuesta. Señala que “hemos podido avanzar”, pero nada dice de que cada “avance” fue el resultado de la organización y la lucha independiente de los docentes universitarios. Conquistamos el blanqueo salarial en 2005 tras un movimiento huelguístico que se extendió por más de quince días en la UBA y en todas las universidades nacionales, nucleadas en la CONADU Histórica e incluso en algunas de las asociaciones que integran la Conadu. Menciona el logro de la ley de jubilación docente universitaria, el 82% móvil, producto también de una enorme movilización docente, pero olvida señalar además que todavía no se hizo efectiva y es parte central de nuestros reclamos. Reconoce que –después de que la Federación que conduce firmó todas las ofertas salariales- hubo un “amesetamiento” –espléndido eufemismo por “deterioro”- en los salarios durante el período 2009-2010. En concreto, una caída salarial para los cargos de ayudantes de más de 10 puntos. Hoy, el cargo testigo de ayudante con dedicación semiexclusiva –que cobra 1918,92- debería incrementarse en un 119,24% para cubrir la media canasta familiar de un profesional universitario. Este solo número muestra el enorme e histórico retraso de nuestros salarios. Pero de este reconocimiento del “amesetamiento” no concluye que la última oferta salarial de 27% promedio, en tres cuotas (la última de las cuales se cobrará en setiembre) sigue siendo insuficiente. Tampoco señala que no hay propuesta alguna para los miles de docentes ad honorem que siguen trabajando gratis en las aulas, en los laboratorios, en los hospitales. Y así lo empiezan a denunciar esta semana con paros y deliberaciones en varias asociaciones del país, en la Conadu y en la Conadu Histórica. Admite que todavía quedan reclamos por satisfacer. Menciona, por ejemplo, el Convenio Colectivo de Trabajo del que carecemos los docentes universitarios, una muestra de la precarización laboral que persiste desde la década del noventa y que recién se empezará a discutir este año. No apunta que, en la primera reunión paritaria, los representantes del Gobierno propusieron dividir el convenio para los preuniversitarios y los universitarios, en un intento por fragmentar el ya fragmentado reclamo docente. Todo para cerrar su planteo, en medio de una negociación con el Gobierno que no está cerrada, con que “reconocemos los logros, celebramos los avances y vamos por más”. Un “más” para el cual no plantea la organización de los docentes, un camino de acción ni, sobre todo, un calendario cierto. Traza en el aire un conjunto de deudas pendientes, apelando a un “consignismo vacío” y a “actitudes declamativas”. En realidad, De Feo escribió la nota para llegar apresurado a la siguiente conclusión: para lograr “estos objetivos” –se refiere a los objetivos del conjunto de la docencia universitaria- “contaremos, como hasta ahora, con la voluntad política del gobierno nacional, que con Néstor Kirchner tomó la decisión de recuperar la alicaída educación universitaria y con ella la dignidad de sus trabajadores. Decisión que sostuvo y profundizó Cristina Fernández, y que se tradujo en el crecimiento geométrico del presupuesto universitario, así como en la inversión en infraestructura y la creación de nuevas universidades.” En otras palabras, le plantea al movimiento docente universitario nacional que subordine sus reclamos y la voluntad política de sus asambleas soberanas a la “voluntad política” y la “decisión” del Gobierno. En medio de una negociación –no de una elección presidencial donde la persona De Feo u otra cualquiera tienen todo el derecho a manifestar sus simpatías-, es un llamado a cerrar toda negociación salarial y, de cara a la discusión del Convenio que se dará en todo el año, a adaptarnos a las propuestas y los límites de la patronal, tanto el Gobierno como el Consejo Interuniversitario Nacional, el organismo que reúne a todos los rectores del país. Dicho sea de paso, estos funcionarios han sido los que efectivamente han recompuesto sus salarios al punto de que ganan varias veces más que el máximo cargo con la máxima dedicación y antigüedad. Otra cosa muy distinta hubiera sido que aprovechara esa misma columna de opinión para superar la profunda división de los gremios docentes a la hora de negociar con el Gobierno. Desde nuestra asociación –y varias se expresaron en el mismo sentido- hemos planteado la necesidad de que se convoque a un congreso de la docencia universitaria para deliberar en común y llevar a la próxima mesa de negociación una contrapropuesta que recoja los reclamos docentes. Contrariamente al planteo de Carlos De Feo, defender la universidad pública es defender algo más que la dignidad humana de los docentes. Es defender su independencia política del Estado –cualquiera sea el gobierno- para organizarse, deliberar, reclamar, movilizarse, por sus reclamos legítimos. Este planteo es fundamental no solo para los trabajadores docentes sino para el conjunto de los trabajadores del país. Santiago Gándara, Secretario General de AGD UBA