16 de mayo de 2010

Acerca del nuevo reglamento para concursos de docentes auxiliares y su implementación

La odisea de tener un TRABAJO ESTABLE y de ser DOCENTE REGULAR en Filo y en la UBA


El reclamo de una carrera docente. Una reivindicación histórica

La precariedad de nuestras condiciones de trabajo es una de las principales inquietudes como docentes universitarios. Contamos con un régimen laboral que establece, desde su propia reglamentación, graves elementos de precariedad: una estabilidad máxima de siete años —según el caso—, la posibilidad de despido sin causa justificada ni indemnización —en caso de no obtener la renovación en un concurso—, la ausencia de mecanismos de formación gratuitos o con licencias pagas, etc. Pero si el Estatuto —y sus reglamentaciones— constituye un condicionante para la estabilidad, la realidad es aún peor, ya que el funcionamiento de la universidad lo convierte en letra muerta: en la UBA, miles de docentes somos “interinos”, miles tenemos cargos o salarios inferiores al trabajo que llevamos a cabo, miles damos clase sin percibir un salario.

Así las cosas, uno de los principales reclamos del movimiento docente universitario y de nuestra gremial, la AGD-UBA, ha sido el de una carrera docente que asegure mecanismos democráticos y transparentes de ingreso a la docencia y garantice la permanencia, promoción y formación gratuita de quienes damos clase en la Universidad. Un sistema que articule el derecho gratuito a la formación, capacitación y perfeccionamiento —en horario laboral— con un régimen de ingreso por concurso abierto de antecedentes y oposición y un régimen de permanencia y promoción académica por medio de evaluaciones periódicas. Un sistema, en otras palabras, que garantice tanto la estabilidad laboral como la calidad académica y que permita, al mismo tiempo, superar el argumento falaz —utilizado en innumerables ocasiones por las autoridades universitarias— que presupone que la única manera de asegurar la excelencia académica es con el régimen expulsivo y arbitrario de los concursos.

La cuestión de la regularización de los docentes interinos

La gravedad de la política de miseria presupuestaria que asfixia a las universidades públicas fue dando lugar a un agravamiento de la situación laboral de los docentes universitarios, provocando el crecimiento geométrico de los docentes “interinos”, es decir aquellos que —por responsabilidad de la Universidad— no cuentan con un cargo regular porque no tuvieron la posibilidad de participar en un concurso en el momento de su ingreso. La enorme cantidad de docentes interinos plantea una cuestión previa fundamental a cualquier debate sobre la implementación de una carrera docente: ¿qué sucederá, en el momento de una regularización, con el trabajo de aquellos docentes que durante años vienen desempeñándose como interinos?

Se trata de un problema fundamental. La puesta en práctica de mecanismos de concursos para el ingreso, en este contexto, podría ser, contradictoriamente, un enorme factor de inestabilidad laboral para los docentes, si la implementación de una “carrera docente” implicara el riesgo de que los docentes interinos pierdan su puesto de trabajo al momento de “regularizar” el cargo. Es decir, estaríamos frente a la enorme paradoja de que la “regularización del cargo” probablemente implique el despido, o la pérdida del salario por parte del docente.

El debate en Filo

Este fue el punto fundamental cuando desde la gestión de nuestra Facultad se anunció, hace ya cuatro años, la intención de implementar un programa de “carrera docente”, aunque solo para los docentes auxiliares, ateniéndose a las posibilidades contempladas en el Estatuto de la UBA. A fines de 2006 la gestión elaboró un proyecto de modificación a la reglamentación de concursos de docentes auxiliares que, si bien era presentada como una “carrera docente”, no garantizaba de ningún modo la estabilidad laboral de los interinos, además de presentar enormes problemas (la conformación del banco de evaluadores, los puntajes asignados, etc.). Sin que esta reglamentación hubiese sido discutida —ni conocida— por la inmensa mayoría de los docentes, a fines de 2007, la bochornosa sesión del Consejo Directivo del 18 de diciembre culminó con una sesión levantada y sin quórum por la presión de los docentes y estudiantes presentes que exigían que no se votara la reglamentación tal como estaba. Desde entonces se sucedieron marchas y contramarchas, reclamos y asambleas docentes, modificaciones y correcciones al proyecto original. Como consecuencia de un largo proceso de discusión, iniciado recién a fines de 2007 y que fue impuesto por las fuertes demandas de los docentes y de la AGD-Filo —dirigida en ese momento por la Agrupación Naranja—, el Consejo Directivo aprobó finalmente el 30 de junio de 2009 un nuevo “Reglamento de Ingreso, Permanencia y Promoción de Docentes Auxiliares”. Fue a partir de la movilización y los reclamos docentes, y en el marco de una comisión “ad hoc” en la cual participamos activamente, que logramos imponer una importante serie de modificaciones al proyecto original presentado por la gestión, que era absolutamente restrictivo y arbitrario y no contemplaba de ninguna manera la situación de los auxiliares interinos.

El proceso incluyó un debate con la Lista Violeta, actual mayoría en la Comisión Directiva de AGD-Filo, que se opuso sistemáticamente a cualquier propuesta que plantease la regularización automática de todos los docentes auxiliares interinos (es decir, que la Facultad considere regulares a todos los actuales auxiliares interinos que no han podido concursar por exclusiva responsabilidad de la institución; y aplique el nuevo Reglamento para los nuevos ingresos que se produzcan de ahora en más). La regularización automática tiene antecedentes importantes (las titularizaciones automáticas de los docentes de niveles preuniversitarios, en particular, durante el 2007, de los docentes interinos de la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini y del Colegio Nacional de Buenos Aires, conquistadas mediante la organización y movilización de los mismos docentes) y un fundamento principal: los docentes interinos, de hecho, somos evaluados cada vez que el profesor a cargo del equipo de cátedra pide la renovación de nuestros cargos (el mismo Consejo Directivo que avala la estructura de cátedra vigente, parece desconocer, en este caso, la potestad que él mismo le concede a los profesores a cargo de cátedras…). A este fundamento se agrega, por ejemplo, que los docentes interinos con dedicación semiexclusiva o exclusiva —aunque se trate de una minoría, ya que entre regulares e interinos, profesores y auxiliares, ambas dedicaciones suman sólo el 21% de la planta docente total de la Facultad—, debemos presentar, año a año, un informe de actividades académicas —docentes, de investigación y de formación— que es aprobado por el Consejo Directivo. A esto se suma que la inmensa mayoría de los docentes de nuestra Facultad participa en proyectos UBACyT o en proyectos de investigación reconocidos formalmente por los que son evaluados también anualmente. Según el Informe de Gestión 2008-2009 de la Facultad, en Filosofía y Letras hay 1956 docentes y 221 proyectos UBACyT 2008-2010, además de los proyectos del Programa de Reconocimiento Institucional, del que no se dan números. Como puede observarse de los mismos datos que la gestión brinda en su informe, la proporción entre docentes y proyectos de investigación UBACyT es de 8,85 docentes por proyecto. Dicho de otro modo, los docentes —interinos o no— somos evaluados mediante diferentes mecanismos todos los años. En suma, elementos para la regularización automática de los docentes interinos sobraban. En el caso de los auxiliares —cuyas designaciones no pasan por Rectorado y son incumbencia exclusiva de las unidades académicas— la Facultad perfectamente podía, y puede, invocar la necesidad de implementar una regularización automática como medida excepcional, para terminar con la situación, igualmente excepcional, de violación sistemática del Estatuto que implica la multiplicación de cargos interinos. Claro que ello dejaría al desnudo la naturaleza de concursos en el que se basa la UBA, que produce de hecho miles de interinatos.

La Lista Violeta se opuso a la regularización automática con el argumento de que tal cosa sería contraria al Estatuto de la UBA, convirtiéndose en firmes defensores, al interior de la gremial, de todo tipo de planteamientos “reglamentaristas” que ponían en primer lugar las dificultades que pone el antidemocrático Estatuto Universitario antes que el debate por la forma de organizar a los docentes para superar esas mismas trabas. Desde la Agrupación Naranja, minoría de la AGD-Filo, sostuvimos y sostenemos que nuestro objetivo, como gremial docente, tiene que ser la organización y la movilización de todos los docentes para obtener nuestros reclamos —en este caso la regularización de los interinos— y para discutir la forma de superar las trabas que nos impone el Estatuto de la Universidad que no contempla la histórica e irregular situación que padece la actual planta docente —y no para adaptarnos a él. La perspectiva “reglamentarista” e “institucionalizadora” de la Lista Violeta se puso de manifiesto, por otra parte, en su repetido reclamo de “regularización de la planta docente” (ver “Documento de la Lista Violeta”, 27/05/2009), que se contraponía con el que sostenemos desde la Naranja: “la regularización de todos los docentes interinos”. Mientras el primero pone en primer lugar una preocupación de la gestión (la “normalización” de la “planta”), el segundo enfoca la cuestión desde la necesidad de los trabajadores: la regularización de cada uno de los docentes que ocupa un cargo en la Facultad.

Fue esta última consigna, precisamente, la votada por la amplia mayoría en la asamblea de AGD-Filo de abril del año pasado. Ante la cerrada negativa de la gestión, y de la propia Lista Violeta, de discutir una “regularización automática” —en ambos casos con los mismos argumentos sobre la “imposibilidad reglamentaria”—, desde la Naranja planteamos trabajar en una serie de enmiendas, reformulaciones y correcciones al proyecto de la gestión, para garantizar los derechos de los auxiliares interinos —es decir, la regularización de sus propios cargos—, sin dejar de advertir sobre las múltiples arbitrariedades que podrían presentarse con la implementación del nuevo Reglamento. Lejos de una posición “testimonial y declamativa”, como la que nos endilga la Lista Violeta, planteamos en todo momento la necesidad de impulsar la organización y la participación de los docentes para obtener la regularización de todos los interinos. Que las autoridades universitarias basen sus argumentaciones en la necesidad de “respetar los reglamentos” es esperable: son las mismas autoridades universitarias que han violado sistemáticamente esos mismos reglamentos cuando les conviene (por ejemplo, nombrando miles de docentes interinos, nombrando docentes ad honorem –lo que es inconstitucional–, no respetando las mínimas pautas de higiene y seguridad, etc.). El problema es que la gremial de los docentes diga lo mismo. En sus dos años al frente de AGD-Filo, la Lista Violeta ha mostrado una preocupante adaptación a limitarse a pensar solamente en “lo que permite el reglamento”, que en los hechos los lleva a dejar de lado el problema fundamental de quien dirige una gremial docente: cómo organizar a los docentes para conseguir los reclamos y superar, con la movilización, esas trabas y esos impedimentos.

Así las cosas, en las negociaciones con la gestión (que la Lista Violeta insiste en presentar como producto de una elaboración conjunta de la “comunidad universitaria” (sic) y no como lo que fueron, discusiones paritarias entre la gremial y las autoridades de la Facultad), se consiguieron avances muy importantes respecto a la versión original del Reglamento. No sólo se logró incluir artículos que atendieran a las demandas históricas del conjunto de los docentes (la posibilidad de que sea el propio docente quien pida su promoción en el cargo o que alguien que ya concursó no tenga que hacerlo nuevamente, sino que sea evaluado por medio de informes), sino que ante todo fue reconocida la responsabilidad que tiene la institución por no haber arbitrado los medios para que cada uno de los docentes de la Facultad regularizara su cargo teniendo que desempeñarse laboralmente en la mayor precarización e inestabilidad. En este sentido, y por la masiva movilización docente y la moción que salió votada por asambleas (a pesar de la posición reglamentarista de la Lista Violeta), el nuevo Reglamento incluye una serie de “cláusulas transitorias” que reconocen –en mayor o menor medida de acuerdo con la antigüedad– la situación de aquellos docentes que se desempeñan hace años en forma interina y que vinieron sosteniendo la Facultad con su trabajo durante años –en muchos casos gratuitamente– o cuyos concursos se encuentran vencidos.

Y sin embargo…

El “Reglamento”, en la versión final que logró elaborarse gracias a los reclamos y a las negociaciones con la gestión, resultó un paso positivo con respecto a la situación previa, en la cual no se establecía ningún mecanismo para contemplar la situación de los auxiliares interinos, que serían considerados como “ingresantes” en igualdad de condiciones frente a cualquier otro aspirante que se presentara en la eventualidad de un concurso para regularizar los cargos.

Cuando se aprobó el Reglamento, sin embargo, desde la Agrupación Naranja advertimos que si no era acompañado de algún tipo de resolución sobre las formas de implementación de los concursos para la regularización de los cargos interinos, se abriría el paso para todo tipo de confusiones, arbitrariedades y manipulaciones.

Lamentablemente, es precisamente lo que está sucediendo este año, con el flamante anuncio, por parte de la gestión, de la implementación del nuevo Reglamento con el llamado de una primera tanda de concursos para la regularización de cargos auxiliares. Los principalmente afectados son los docentes que han obtenido su salario gracias a la victoria lograda por la huelga del 2005, cuando se consiguieron 3000 salarios para ah honorem en todo el país (el convenio con el Ministerio de Educación PREDAH), además de otros.

La situación actual es la siguiente: si bien el Reglamento contempla los derechos de los auxiliares interinos que están desempeñándose en el cargo y las posibilidades de promoción y renovación; al mismo tiempo no establece ningún mecanismo explícito ni reaseguro sobre cómo se realizarán los llamados a concursos: criterios, prioridades, cantidades, por cargo, por materia, por área, por antigüedad, priorizando renovaciones y promociones, etc. Hecha la ley, hecha la trampa. Si uno de los motivos por los cuales se frenó el proyecto de la gestión de 2006 fue porque no garantizaba estabilidad laboral, salarial y promociones, lo mismo sucede actualmente con la forma en que la Secretaría Académica de la Facultad propone llevar adelante la implementación de la supuesta “regularización”.

En las reuniones con la gestión, desde la AGD-Filo (a partir de lo que habíamos impulsado desde la Naranja) planteamos que se establecieran criterios claros para proceder a la implementación de la “regularización”: en primer lugar, que se informara claramente cuál es la situación salarial de “rentas genuinas” de todos los departamentos; en segundo término, que se comience con las renovaciones y promociones de aquellos auxiliares que tienen una base regular en su trayectoria docente; en tercer lugar, que se respete la antigüedad y se comience con los cargos más antiguos; en cuarto lugar, que se comience con los JTPs para evitar que se presenten a los concursos de ayudantes de 1ª. Desde la Naranja propusimos, además, la necesidad de que estos “criterios” quedaran plasmados en una resolución de la Facultad y que se asegurase la continuidad del funcionamiento de la comisión “ad hoc” para seguir en forma paritaria la aplicación del programa.

Los fundamentos para proponer estos criterios están en el Informe de Gestión 2008-2009 de la propia Facultad: de los 1956 docentes de Filosofía y Letras (el 80% son auxiliares), los “inadecuados renta-cargo” son 215 (es decir, que cobran un salario inferior al cargo que desempeñan), los que tienen “rentas precarias” son 607 (es decir, que cobran un salario que depende del hecho de que otro cargo docente se halle, en este momento, vacante), los ad honorem 111 y los ad honorem por resolución CD117 son 193 (aquellos que están nombrados sin partida presupuestaria). Dicho de otro modo, del total de docentes (1956), hay 1126 cargos que no podrían concursarse (casi el 60% de los cargos totales –profesores y auxiliares–). Esto en un panorama que según sostiene el mismo Informe de Gestión, del 2000 al 2008 “se observa una marcada tendencia a la reducción en los niveles más altos de las categorías agrupadas para el análisis y un aumento en los niveles más bajos, es decir, hay menos profesores y más auxiliares, menos dedicaciones exclusivas y más dedicaciones simples, menos docentes regulares y más docentes interinos, menos docentes rentados y más docentes ad honorem.”

La realidad mostró que todas nuestras prevenciones estaban bien fundadas. Desde que se aprobó el Reglamento, cambio de gestión mediante, no se volvió a constituir la Comisión ad hoc y sólo se realizaron unas pocas reuniones entre la Secretaría Académica y la AGD-Filo. La propuesta de dar forma concreta (un instructivo) a los “criterios” de aplicación fue desestimada y se tradujo en un mail que se giró a los Departamentos. En él se despliega gran cantidad de información, como apertura del banco de evaluadores, cierre de inscripción en él, plazo para la elevación de los llamados a concursos y, por último, un recordatorio que confirma las situaciones de injusticia y arbitrariedad: en aquellas cátedras/materias afectadas al convenio (PREDAH) se concursarán todos los cargos/ docentes que tengan “renta genuina” sin atender al cargo ni a la antigüedad, y en el caso de los llamados de cátedras no afectadas por el convenio, sí se pide priorizar las renovaciones y promociones y luego los cargos interinos con mayor antigüedad. Así, por ejemplo, un auxiliar interino con 15 años de antigüedad podrá inscribirse en el concurso de un cargo hoy ocupado por otro auxiliar en la misma cátedra y cuyo salario corresponde al PREDAH. La implementación del nuevo Reglamento para la regularización de cargos docentes auxiliares se ha convertido en un instrumento arbitrario en manos de la Secretaría Académica, que dispone cuáles son los cargos que se concursan, en qué plazos y con qué criterios.

Las restricciones, o cómo algo puede convertirse en lo contrario

En las últimas semanas, cuando se difundió la noticia de la apertura de una serie de concursos de auxiliares, se informó que la prioridad debían ser aquellos cargos conseguidos a partir de la huelga del 2005 (según las autoridades, las “rentas” creadas a partir del programa ad honorem –PRDAH– del Ministerio de Educación, como si no fuera el resultado de una conquista de los docentes). A diferencia de otros convenios posteriores –todos arrancados gracias a la lucha docente– el PRDAH incluye un fuerte elemento restrictivo: las “rentas” están atadas a la realización de un concurso, e incluso con una cláusula temporal, que ha venido prorrogándose desde hace varios años gracias a la presión de nuestra gremial. El Ministerio, luego de arbitrarios “filtros” que fueron aplicados para reconocer únicamente a aquellos llamados “ad honorem puros”, es decir excluyendo a los inadecuados y los precarios, estableció que eran 23 los docentes de la Facultad a quienes les correspondía ser incluidos en el programa, sujeto a la realización de concursos.

La Secretaría Académica decidió entonces que la implementación de los concursos del PREDAH fueran aquellos con los que comenzará la aplicación del nuevo Reglamento. Esta decisión de la gestión distorsiona todos los criterios que había planteado la gremial docente y crea un enorme campo de arbitrariedades y situaciones injustas que están saliendo a la luz a medida que la información comienza a llegar a las carreras.

Según la Secretaría Académica, promover la realización de concursos tan sólo para aquellos 23 cargos incluidos en el PREDAH –muchos de ellos más nuevos que los de docentes de mayor antigüedad, que por estar cobrando no fueron incluidos en ese programa de “renta” para los ad honorem- crearía “malestares e injusticias” en el resto de la cátedra: se daría la situación, por ejemplo, de que una cátedra de diez auxiliares concursara tan sólo uno de esos cargos, y no precisamente los más antiguos. Para remediar esta “injusticia”, la gestión propuso una arbitrariedad mayor: que se concursen los cargos de auxiliares de todos aquellos cargos con “renta genuina” en las cátedras que cuenten con algún docente incluido en el PREDAH. Es decir, que si la cátedra “X” tiene un docente incluido en el PREDAH, se llamará a concursos de todos los auxiliares de esa cátedra que tengan “renta genuina”. ¿Pero qué sucede si alguno más antiguo tiene una “renta precaria”? ¿Acaso alguien supone que están los datos para saber exactamente en cuántas cátedras en las que hay docentes del programa PREDAH hay, a su vez, “rentas precarias”?

Como es evidente, además esto supone una flagrante arbitrariedad para los docentes de las cátedras que no tienen ningún docente asalariado mediante el PREDAH. Y ni hablar de departamentos enteros, que no podrían realizar ningún concurso porque no cuentan con ninguna cátedra que cuente con algún docente incluido en el PREDAH. La gestión propuso remediar esta arbitrariedad… con una nueva: establecer que se “agreguen” otras cátedras hasta alcanzar una proporción equitativa entre las distintas carreras. Dicho “agregado” será determinado…por los diferentes Departamentos y Juntas, es decir que será campo de nuevas arbitrariedades.

Un balance y una perspectiva

La primera conclusión de todo este intríngulis es que la implementación del nuevo Reglamento y el llamado de los primeros concursos, que ha generado una lógica confusión entre los docentes, implica una serie de injusticias y arbitrariedades por parte de la gestión y tibias complicidades por parte de la Lista Violeta (mayoría de AGD-Filo), que ponen en riesgo la estabilidad salarial y laboral, llevando a que muchos docentes probablemente concursen por cargos inferiores a los que desempeñan, a que se genere un eventual “enroque de rentas” al interior de las cátedras (alguien que percibía una “renta genuina” pase a cobrar una “precaria”): todo lo opuesto a una carrera docente y al mandato de las asamblea de AGD-Filo (mandato impulsado por la Naranja) de “regularización de todos los docentes interinos”, y por lo tanto, situación contraria a todos los criterios impulsados por la gremial en la negociación.

Enfrentamos, por lo tanto, una situación contradictoria caracterizada por el hecho de que la aprobación de un nuevo Reglamento, que supera al anterior y contempla muchos de nuestros reclamos, se ve ahora contrarrestada por un proceso de implementación del mismo que da lugar a todo tipo de arbitrariedades en el contexto de la presión del propio Ministerio y de la escasez presupuestaria. Una situación que pone de manifiesto, una vez más, que el camino para obtener nuestras reivindicaciones es la organización de todos los docentes y no la adaptación a la letra de los reglamentos y la confianza en el “espíritu” de lo acordado con la gestión (según el comunicado enviado por la mayoría de AGD-Filo, 10/05/2010).

• Por el presupuesto necesario para igualar los llamados a concursos y no discriminar entre genuinos, precarios y ad honorem.

• Basta de demoras y arbitrariedades en la implementación de los concursos

• Por la regularización de todos los docentes interinos. Que ningún docente se quede sin su salario y su designación.

• Que se cumplan en todos los llamados a concurso los criterios propuestos por la Naranja y votados en AGD-Filo para poner en práctica la regularización.

• Que se implemente de inmediato una nueva comisión “ad hoc” (integrada por la gestión y la gremial docente, abierta a la participación de los departamentos y de los restantes claustros) que siga el proceso de implementación de los concursos.


16/05/2010